"Entonces, como por ensalmo, en medio de la lava blanquecina de un ardiente volcán, fueron apareciendo las figuras de los dos..."


Todo eso pensaba, soñaba y maliciaba, llegando a imaginar a ambos compinches en plena excursión a Sodoma, Gomorra y el último villorrio de la Pentápolis, llevándose a la punta del deseo lo que la realidad les negaba, la muy pelleja.
Omito por pudor, no por censura, la visión paranoica de Marcelo, mientras sus compañeras de jarana seguían afanadas en sacarle la sangre, sin jugar a las enfermeras. Corro, pues, un tupido velo, pues uno, que no es de piedra precisamente, empieza a ponerse cachondo y a recrearse en la suerte, basta, basta…
Pero, ¿por dónde íbamos? Ah, sí… Marcelo, las tres chicas, follando como vándalos, a un tris de correrse los cuatro… Entonces, como por ensalmo, en medio de la lava blanquecina de un ardiente volcán, fueron apareciendo las figuras de los dos mencionados, ambos con sendos cuernos paridénticos y el rabo de cada uno echando chispas por el aguijón.
- ¡Vade retro!, gritó Marcelo, atemorizado.
- Aquí no hay más retro que Esperanza Aguirre –repuso con voz hueca Jacobo Fabiani-
- ¿Qué coño hacéis aquí, en un momento tan inoportuno?
- Venimos a exigirte que nos pagues los derechos de autor.
- Derechos… ¿de qué?
- ¡De qué va a ser, cabrón! Pues del polvazo que acabas de sacudirte.
- ¡Pero si la polla era mía y los chuminos de mis tres amigas!
- Sí, sí, eso es cierto; pero el guión de vuestra jodienda, mira por dónde, pertenece a nuestro repertorio. Así que ¡a pagar!
- ¡Cómo voy a pagaros! Además, esto de follar es del dominio público.
-Follar, sí; pero la puesta en escena… Y no te hagas el tonto: o pagas, o te echamos encima a la SGAE.

Jacobo Fabiani y Guido Casavieja se miraron con el rabillo del ojo. Marcelo, atolondrado, no se atrevía a moverse. Lo hizo complacido, unos minutos más tarde, mientras los dos fantasmas le daban por el culo.
Colorín, colorado…
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© Jacobo Fabiani, 2009.-